COLABORARON DURANTE UN AÑO CON INSTITUTO ALEMAN FRUTILLARINO
Confiados en haber hecho un aporte, y contentos por los lazos de afecto construidos en su paso por Chile, regresan a Alemania los voluntarios que durante el último año formaron parte de la comunidad educativa del Instituto Alemán de Frutillar. Se trata de cuatro jóvenes provenientes de distintos sectores del país germano, y que en su paso por tierras frutillarinas contribuyeron con sus conocimientos y dedicación a la formación y crecimiento de niños y jóvenes del establecimiento.
Todos coinciden en calificar su paso por Frutillar como una gran experiencia, marcada por la amabilidad de la gente local y por el espíritu familiar que caracteriza al Instituto Alemán local, tal como explicó Emma Treskatis, proveniente de Hamburgo: “Este tiempo me pareció muy bonito, vivir en un pueblo pequeño me encantó. Se conoce toda la gente, todo el mundo se saluda en la calle, y es muy bonita la naturaleza”, destacó la voluntaria.
La joven Sara Zilles, por su parte, valoró la oportunidad de dejar una huella en sus jóvenes alumnos de primer ciclo básico: “A mí me encantó, me encantaron los niños. Ellos me aceptaron a primera vista y eso me gustó mucho. Estuve con el mismo curso en 1º y 2º Básico, y pude ver como mejoraron en Alemán, y ahora les gusta. Al principio era como tener que aprender tantas cosas, como Matemáticas o Español, pero ahora les gusta y me preguntan cosas para saber cómo se dicen en Alemán”, comenta.
Otro de los voluntarios que regresa a Alemania es Justus Hagemann, quien se esforzó por entregar una mirada juvenil al aprendizaje del idioma: “Me encanta esta pequeña ciudad. Fue un cambio grande para mí pero la gente es tan simpática. Esta escuela me encanta también porque hay como un sentimiento familiar. Ayude mucho a los alumnos para aprender un Alemán mejor, pero también aprender un Alemán que no solo es la gramática, sino que es el Alemán de la calle, que se habla normalmente entre los jóvenes, así es que me encantó mi experiencia aquí”.
Para la voluntaria Maria Meisl se hace difícil ahora regresar a Alemania, tras haber logrado una conexión especial con sus alumnos y la comunidad frutillarina: “Logré adaptarme pero al comienzo si fue difícil porque estaba lejos de mi familia y de mi país. Fue difícil pero me acostumbre y ahora me encanta vivir acá. Va a ser difícil y voy a echar de menos a la gente que conocí acá”, asegura.
Mientras estos cuatro voluntarios parten de regreso, queda aún en el Instituto Alemán la joven Emma Frank, a quien le resta un periodo de permanencia. Emma asegura que extrañará a sus amigos, aunque espera ahora a una nueva generación de jóvenes alemanes próximos a arribar: “Claro, voy a extrañarlos pero van a venir voluntarios nuevos, y espero que ello sean como los que se van. No hablo mucho español, pero estoy aprendiendo”, explicó Emma.
Los voluntarios alemanes que cada año recibe el Instituto Alemán de Frutillar llegan hasta la comuna apoyados por distintas entidades germanas, como el servicio de voluntariado Kulturweit de la comisión alemana para la UNESCO y la Diakonie Hessen de la Iglesia Luterana.